El gobierno español presionó para que los enterramientos se hiciesen «sin culto, ritual, pompa, ni publicidad», aunque la revista Illustrated London News, recogió un enterramiento en el que participó «una carroza fúnebre de cuatro caballos, seguida de ocho carruajes».
Especialmente desde principios del siglo XX se permite el enterramiento de miembros de otras confesiones, aunque no fueran cristianos, por lo que también hay una parte judía e incluso una tumba musulmana.